Si se hiciera un ranking a nivel mundial del nivel de “Internetización” de los servicios que las Entidades Financieras ofrecen a sus clientes como plataforma para banca de empresa, España saldría con toda seguridad entre los 5 primeros puestos. Si lo circunscribimos al entorno empresarial, entonces no sería descabellado afirmar que somos el proveedor de servicios tecnológicos para banca número 1 a nivel mundial
El porqué de este hecho hay que buscarlo en el año 1987. En un país donde a veces ponerse de acuerdo entre unos pocos es tan complicado, las numerosísimas entidades financieras existentes en aquel momento decidieron crear una Cámara de Compensación que centralizara de forma digital todo el intercambio de dinero que cada día se producía entre ellas, optimizando de esta forma “el flujo de caja”. Nació así el Sistema Nacional de Compensación Electrónica (SNCE).
Rápidamente, las entidades vieron que trasladar este intercambio “electrónico” de datos (tal y como se le definía por entonces) a sus clientes corporativos podía ser una vía de ahorrar enormes cantidades de tiempo y dinero que se empleaban en digitalizar manualmente las numerosas operaciones de cobros y pagos que estos clientes mandaban a los Bancos en forma de papel.
De esta forma, se definieron estándares a nivel nacional para el intercambio de esta información en ficheros, conocidos como normas de la Asociación Española de Banca (AEB) y entre las Entidades Financieras comenzó toda una carrera por ofrecer a las pequeñas y medianas empresas, quienes no disponían de los ERPs que cubrieran esta necesidad, las vías de comunicación y las aplicaciones que permitieran realizar esta operativa en muchos casos repetitiva y de escaso valor añadido.
Cada Banco tenía su aplicación local que requería ser instalada en los equipos de sus empresas cliente para crear de forma sencilla sus remesas de cobros y pagos y a partir de ellas generar y enviar un fichero de datos directamente a los sistemas del Banco. Era el más claro ejemplo de la filosofía “win-win” aplicada al negocio financiero. La empresa remitía al Banco sus cobros en cuanto emitía una factura sin necesidad de esperar a acumular un número que justificara un “viaje a la sucursal” y retrasaba la emisión de sus pagos justo al día antes del vencimiento de su factura. Y las entidades se ahorraban el enorme esfuerzo que implicaba la digitalización de todas esas operaciones que hasta el momento recibía en papel.
Esta forma de trabajar, unido a la cultura del destinatario final de la operación de confiar que el Banco ingresara o cargara directamente en su cuenta las operaciones que su empresa (nómina) o proveedores de servicios (adeudos recurrentes) le dirigían, provocó que España se pusiera a la vanguardia de la Banca Transaccional mundial, y que numerosas empresas de TI se especializaran en el desarrollo de este tipo de soluciones como proveedor de servicios tecnológicos para banca de empresa.
Fue en esta época cuando SAMELAN como proveedor de servicios tecnológicos desarrolló su primera solución de gestión de remesas por encargo del Santander Central Hispano, para casi 20 años después terminar convirtiéndose en un referente del mercado a través de su plataforma de banca de empresa, y acumular por implantaciones y cuota de mercado a nivel de operaciones realizadas a través de su solución el número 1 en España.
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